
Las Instituciones sin fines de lucro
En una comunidad pequeña, estas organizaciones representan una parte importante de la vida de sus habitantes, ya sean estas deportivas, de educación o de acción social, todas necesitan – ademas de fondos -, del esfuerzo personal de sus integrantes. Hace algunos años, esas Instituciones – salvo honrosas excepciones -, dependían de una persona adinerada que ponía lo que hacía falta o bien de un reducido grupo que trabajaba por y para la entidad, aunque no tuvieran tanto dinero para poner; en ambos casos, estas personas eran quienes tomaban todas las decisiones en una suerte de monarquía u oligarquía que manejaba la Institución. Los resultados de esa práctica, crearon organizaciones pujantes pero dependientes de la subsistencia, carácter o comportamiento del fundador o del grupo fundador, con un descuido por lo administrativo y lo institucional, que cuando finalizaron su etapa fundacional y tenían que comenzar la etapa de funcionamiento, con socios, con servicios a prestar, respetando un estatuto o manteniendo un patrimonio, fallaban porque en realidad la unión de voluntades había sido para fundar la entidad, no para hacerla funcionar.
El adinerado o el grupo fundador fueron necesarios en su momento y esto es tan cierto como que fueron incapaces de manejar la Institución como un patrimonio en marcha en una etapa posterior. Con el transcurso del tiempo y la menor disponibilidad del mismo que tenían los participantes actuales o potenciales, comenzó el proceso de cambio. La falta de tiempo de los participantes, hizo que las tareas diarias de administración se delegaran en un secretario administrativo. Las entidades que se dieron cuenta de esto, comenzaron a funcionar mucho más eficientemente, dado que alguien se encargaba de los trámites y trabajos que normalmente estaban atrasados o no efectuados y que formaban parte de la vida administrativa de la entidad y hacían a la vigencia de la misma.
No podía omitir de esta reseña a los «obstaculizadores mayores», presentes en todas las etapas (fundacional, en marcha, organización interna) de la entidad, son los primeros en figurar y eventualmente criticar la marcha de la organización de la que ellos también forman parte, son los últimos en ponerse a trabajar o participar en algo que se parezca a un esfuerzo, estos especímenes siempre tienen ansias de poder, hablan en voz alta aunque no tengan nada que decir, ofrecen dinero que después no donan, organizan rifas que después no compran o no pagan, pretenden desarrollar proyectos solo realizables con la ayuda del Banco Mundial, utilizan todos los servicios disponibles e intentan hacerlo sin pagar o pagando lo menos posible y otros delirios propios del consumo de vaya a saber cual droga pesada.
Existen Instituciones cuyo devenir transcurría sin pena ni gloria, hasta que una catástrofe las sacó del anonimato, de repente los asociados se unen en pos de un objetivo común y comienzan a trabajar, pero esto dura lo que duran las consecuencias de la catástrofe y todo vuelve a sus cauces «normales». También existen entidades «vacías», incluyéndose en esta categoría aquellas que son dueñas de uno o varios inmuebles en lugares estratégicos y no tienen gente para administrar ese patrimonio o prestar algún servicio a través de él
A pesar de lo expresado, no todo está perdido; existen Instituciones que concluida su etapa fundacional, han logrado superar la etapa más dificultosa que es la etapa de la organización interna para prestar servicios y (oh pecado!!) comenzar a obtener recursos para mantenerse y mantener el nivel de los servicios que se prestan, puesto que no debiera esperarse que en esta etapa haya un gran benefactor que soporte los gastos de funcionamiento. A partir de ese momento, se necesita elaborar un presupuesto o una gestión por actividad (para el caso de multitud de disciplinas), donde se pueda verificar la marcha de la entidad. La historia demuestra que las Instituciones que no resuelven el problema económico – financiero, no perduran en el tiempo desapareciendo o quedando «vacías».
Actualmente he observado, – con cierta alarma -, que la adhesión a las entidades por parte de los socios ha ido disminuyendo, minimizando el sentido de pertenencia con las mismas; se esgrimen excusas tales como «no pago una cuota social porque no estoy yendo al Club (!!?)». Este retroceso puede convertir a la Institución en «vacía» o hacerla desaparecer según el caso y es muy difícil, en este momento, que aparezca un adinerado o un grupo refundador; por lo tanto los dirigentes actuales deberán esmerarse buscando alternativas de financiación de los gastos que insume una Institución ya sean estos para prestar servicios a los asociados o para mantener el patrimonio.
Buenas tardes.