Intoxicados por la Tecnología. El celular reconsiderado.
«Desde la aparición de los teléfonos móviles ha disminuido drásticamente el uso de cámaras fotográficas, linternas, reproductores Mp3, calculadoras, despertadores y amigos de carne y hueso». (Escuchado por ahí).
«En nuestro hogar las llamadas del teléfono fijo, se han reducido única y exclusivamente a la búsqueda de teléfonos móviles supuestamente perdidos en él». (Escuchado por ahí).
«El otro día estuve reunido con mi familia y tenía el celular descargado; la verdad es que son unos tipos bárbaros …».(Escuchado por ahí).
Desde tiempos inmemoriales, las cosas y objetos creados por el hombre, fueron pensadas para un único y determinado propósito. Lanzas, hachas, cuchillos, cascos, destornilladores, tenazas, serruchos, servían para tareas específicas (aunque algunos todavía usan los cuchillos como destornilladores y les doblen las puntas).
A principios del siglo XX, la única cosa conocida como multiuso eran las cortaplumas de una marca suiza, desarrolladas desde 1.897 para el ejercito de ese país y utilizadas también por montañistas y escaladores.
Hasta 1.990 los teléfonos estaban en los hogares, en las oficinas y lugares de trabajo en general, en suma, en locaciones específicas, quien llamaba sabía adonde llamaba, pero no necesariamente quien podía atender. Adicionalmente, estos aparatos eran de uso reducido en relación con la cantidad de habitantes y solo servían para una cosa específica; esto es, la comunicación entre dos o mas personas.
Ya desde 1.970, se venían produciendo una serie de innovaciones en el campo de la tecnología y comienzan a «reducirse» varios artefactos, aparece el walk-man y algunos objetos (grabadores, bandejas giradiscos, televisores) comienzan a ser portátiles, la continuidad de esto ocurre en la década del ´80, con la aparición de los primeros teléfonos móviles.
Con el advenimiento del nuevo artefacto, comenzó a generalizarse el uso del mismo cambiando el algoritmo, ahora sabías a quien llamabas (aunque podía atender otra persona), pero no el lugar donde se encontraba el receptor: Sin perjuicio de ello, existen dispositivos de localización de teléfonos para conocer el lugar y la hora en la cual se efectuó una llamada.
Desde su inicio, el teléfono móvil sufrió varios cambios no solo de prestaciones sino de tamaños, desde los primeros ladrillos con antena, hasta los cada vez mas pequeños de principios del siglo XXI; donde por primera vez en la historia de la humanidad, el hombre alardeaba con algo pequeño o mas pequeño que el de otra persona, con tapita, sin tapita, con teclado alfanumérico, con pantalla táctil; últimamente el tamaño se ha estabilizado, aumentando desde principios de siglo hasta nuestros días.
Tiempo después, con la posibilidad de conexión a Internet y el desarrollo de las aplicaciones informáticas (apps en inglés por application) que son programas diseñados como herramientas para que el usuario pueda desarrollar una tarea o trabajo, acceder a información en general (consultar el clima, llamar a un taxi, consultar el estado del tráfico), los teléfonos móviles se han convertido en el aparato multiuso por excelencia (la cortapluma suiza del nuevo milenio).
En palabras de Umberto Eco en su libro «De la Estupidez a la Locura». «El teléfono móvil debería permitirse solo a los que trasplantan órganos, a los plomeros (en ambos casos personas que por el bien social deben poder ser localizadas en cualquier lugar e inmediatamente) y a los adúlteros» {atención con los dispositivos de localización}. «Para los demás el {teléfono} móvil es ante todo una señal de inferioridad social; los poderosos de verdad no tienen {teléfonos} móviles sino veinte secretarios que filtran sus llamadas». Corrosivo y restrictivo a la vez, la cuestión parece ser la siguiente, en un momento en el cual los teléfonos son instrumentos de comunicación familiar, de conexión a Internet con noticias periodísticas minuto a minuto, de espasmos fotográficos de dudosa calidad, con uso de aplicaciones para corregir la dudosa calidad de los espasmos fotográficos o simplemente la fealdad de algo, resolución casi inmediata de discusiones (quien hizo aquel gol ?, cuando ?, que edad tiene esa actriz o actor ?), se esta generando un vivir a través del teléfono con una adhesión total, que nos priva de eventuales momentos de reflexión a solas.
Si andamos por la calle (sin importar el tamaño de la ciudad o pueblo), no nos resultará extraño cruzarnos con personas que cual tribu de autómatas salidos de un capítulo de The Walking Dead, van hablando por teléfono, enviando mensajes de voz, tecleando con la vista fija, sin importar siquiera si van caminando o conduciendo un vehículo.
Parece que casi todo el mundo ha caído presa del mismo impulso frenético, dejando de mantener relaciones cara a cara, de contemplar la naturaleza, de reflexionar sobre cosas importantes, para – compulsivamente -, dedicarse a consumir una parte significativa de su vida en conversaciones evitables, innecesarias y sin contenido alguno la mayoría de las veces.
Hasta para los cinéfilos es complicado ver una película antigua (o sea desde 1.984 para atrás), si nos ponemos a analizar la cantidad de cosas que los protagonistas no pueden hacer porque no tienen un teléfono móvil, o por el contrario, giros argumentales que hubieran resultado imposibles con la sola existencia de un teléfono móvil.
De alguna manera se cumple la realización de uno de los deseos de la humanidad que durante centurias la magia ha tratado de satisfacer: volar por nuestros propios medios, no en avión (aún no logrado) y comunicarnos a distancia poniéndonos en contacto con personas en lugares muy lejanos.
La magia promete pasar de un estadio a otro, con solo pronunciar una frase o hacer un gesto, evitando los pasos intermedios; esto de algún modo lo permite la tecnología aplicada a los teléfonos móviles, en un toque hablamos con alguien en Londres o El Cairo, el único límite es el plan que tengamos con la compañía de teléfonos o la tarjeta de prepago.
Existen personas que piensan que el resto de las personas o cosas, que no son su teléfono móvil, reaccionan con la misma celeridad que este (siempre que tengas buena señal se entiende), se esperan resultados o soluciones inmediatas sobre problemas que precisamente no presentan entre sus características, la inmediatez.
Entonces, se puede vivir sin teléfono móvil ?. A estas alturas entiendo que no, pero limitar su uso para vivir una vida mas plena y menos virtual, si sería una alternativa válida. Aquellos que estiman su libertad, pueden utilizar una cantidad significativa de los servicios que el instrumento permite, limitando el uso telefónico y el acceso a redes sociales.
Todo lo antedicho, no significa en modo alguno renegar de los avances tecnológicos y desconocer las ventajas que ofrecen estas herramientas, sino solo utilizarlas de manera razonable, en una medida que nos permita gozar de otros aspectos de la vida.
Buenos días.