
Adonde fueron a parar los héroes ?
La principal diferencia entre las sociedades antiguas y la nuestra es que en nuestro entorno ha desaparecido el sentido del heroísmo; cada vez respetamos menos y otorgamos menos poder a quienes asumen riesgos de padecer consecuencias negativas por los demás.
El heroísmo ocurre cuando alguien elige soportar la desventaja (arriesgando su vida, sufriendo un daño en carne propia o aceptar verse privado de ciertos beneficios) en aras de otras personas. El concepto imperante en la actualidad es precisamente lo contrario; el poder parece haberse desplazado hacia aquellos que disfrutan de no tener riesgos personales por sus acciones, transfiriéndolos a otras personas; claro ejemplo de ello son los analistas, comentaristas u opinadores que han construido un halo de credibilidad, los ejecutivos no emprendedores y la mayoría de los políticos.
La robustez de una sociedad, depende de los héroes, si hemos llegado hasta aquí, es porque alguien en algún momento, asumió riesgos por nosotros. El heroísmo ha evolucionado a lo largo de la civilización. El héroe antiguo estaba dotado de valentía física, posteriormente los héroes coronaban su vida muriendo en batalla, mas tarde una nueva forma de valentía estaba referida al coraje de defender una idea, hasta morir por ella.
Winston Churchill exigió y obtuvo sangre, sudor y lágrimas, José de San Martín cruzó los Andes a principios del siglo 19 y dio libertad a dos países de América facilitando la independencia del nuestro (a pesar de los impedidores de siempre; siii !! en esa época también !!), Albert Schweitzer inspiró respeto por la vida, Mahatma Gandhi, David Ben Gurión, Golda Meir y Anwar El Sadat unieron a sus respectivos pueblos (si no conocen a alguno, usen Google), después de largas gestiones y luchas.
Pero donde están los sucesores de estos héroes ?. Nunca antes los individuos han sido capaces de acumular tanto poder para si mismos y nunca antes han tenido tantas herramientas para asegurar su autonomía. El automóvil, la televisión, las computadoras, el teléfono celular, el horno a microondas, el lavavajilla, internet y el uso de redes sociales sirven no solo para separarnos del resto de los humanos, sino para generarnos cierta dependencia con aquellos elementos. Aunque el problema no son las herramientas, sino el instinto anárquico que esto ha despertado en muchos de nosotros.
La idea del bien público, del acuerdo común siempre ha estado reñida con el individualismo tradicional, cuestionamos a todas las instituciones y a todos los que detentaban autoridad; pero después de un tiempo privados de líderes, recurrimos a los managers y burócratas que han convertido a las grandes corporaciones privadas en fábricas de dinero y transmisoras de riesgos a otros y a las grandes instituciones públicas en bastiones burocráticos. Así como una persona no puede actuar sin un cerebro (aunque cada vez hay mas excepciones), una sociedad no puede funcionar sin líderes y así continua la declinación. Tal es la necesidad de héroes que ponemos a la misma altura, – pero con mas difusión -, a los héroes de la Fuerza Aérea en Malvinas, con una tripulación que fue a buscar vacunas a Moscú en un avión de línea.
A fines de los años ´30, en diversas publicaciones especializadas, se señalaba que los directores o gerentes que en un principio habían sido contratados por los propietarios de la maquinaria con el mandato de instruir, supervisar y disciplinar a los operarios con el propósito de maximizar sus esfuerzos, terminaron por arrebatar el poder real a sus empleadores, en tanto que estos de manera gradual pasaron a ser accionistas. Estos últimos habían decidido contratar y pagar a gerentes porque no soportaban la supervisión diaria de trabajadores desaliñados, resentidos y mal predispuestos. Era una tarea por demás incómoda que no disfrutaban de hacer por si mismos y estaban dispuestos a pagar generosamente para sacársela de encima. Sin embargo la función de dirigir, resultó ser el poder real, el poder que importaba verdaderamente. Los gerentes se convirtieron en los verdaderos jefes. El poder ya no residía en quienes eran dueños de los «medios de producción», sino de quienes dirigían las «relaciones productivas», es decir las acciones de otras personas. Los gerentes pasaron a ser los verdaderos titulares del poder, giro de los acontecimientos que Karl Marx jamás previó al vislumbrar la confrontación entre capital y trabajo.
Hoy en día alguien puede expresar una opinión que perjudica a otros (que dependen de ella) y aún así, no rendir cuenta alguna. Baste pensar la cantidad de periodistas que forman el equipo de Boca Juniors semana a semana, aunque quien corre los riesgos y tiene la responsabilidad es el director técnico y sus ayudantes. Pero vivimos en la era de la información y puede que este efecto de transferencia de fragilidad haya estado presente durante toda la historia, pero se ha tornado mucho mas agudo gracias a la conectividad y a la velocidad con que viajan las noticias. Los intelectuales (y los no tanto, pero con llegada a la sociedad a través de los medios) son hoy infinitamente mas poderosos y peligrosos que antes. El mundo del conocimiento provoca una separación entre el saber y el hacer, incluso dentro de la misma persona, contribuyendo a la fragilidad de la sociedad.
En otros tiempos, los privilegios traían aparejadas obligaciones; Julio César y Alejandro Magno eran los primeros en la línea de combate, nuestros héroes de la Independencia estaban presentes en el campo de batalla y así miles de ejemplos.
Las palabras son peligrosas, los que «posdicen» (quienes explican las cosas después que hayan sucedido), siempre parecen mas inteligentes que los que «predicen». Nunca han sido mas visibles las personas que hablan y no actúan y nunca han desempeñado un papel mas amplio que en estos tiempos modernos. «Tendría que haber puesto a (jugador fetiche que vale la pena mencionar)», «tendría que haber sacado a (jugador que hay que defenestrar)», se escucha a menudo a los «posdictores de los lunes» en los programas deportivos que comentan la fecha del torneo de futbol.
El desencuentro entre la palabrería barata de una persona y los actos de su vida real puede ser manifiesta. Viéndose claramente que quienes profesan este enfoque pretenden que otros vivan de una determinada manera que en realidad no desean para si mismos (cualquier semejanza con la realidad … no es casual). Quienes no vivan exactamente conforme al estilo de vida que pretenden que otros sigan; es un sector de personas que abogan por un sistema político con limitaciones suntuarias, al tiempo que llevan una vida diferente de sus ideas, sin darse cuenta de la contradicción que supone que pretendan que otros se abstengan de semejante estilo de vida (aquí tampoco cualquier parecido con realidad circundante … no es casual).
Todo esta relacionado, la sociedad se ve debilitada por políticos faltos de carácter, antiguos evasores del servicio militar obligatorio que temen lo que puedan decir de ellos las urnas, también los periodistas aficionados a construir narraciones o alimentar un relato por que quieren quedar bien a corto plazo.
Fuentes inspiracionales:
Nassim Nicholas Taleb – Antifrágil. Las Cosas que se Benefician del Desorden.
Zygmunt Bauman – . Daños Colaterales. Desigualdades Sociales en la Era Global.
Warren Bennis – Managing People is Like Herding Cats.