La Ilusión Inflacionaria

Publicado el 23/02/2022 - Etiquetas:

«La inflación constituye un raro atractivo para las masas populares, su canto de sirena ha hechizado a una nación tras otra, en su caminar hacia el desastre económico» (Henry Hazlitt)

«No debemos confundir la verdad, con la opinión de la mayoría» (Jean Cocteau)

«El dólar y la inflación no es lo que los gobiernos quieren; es lo que los gobiernos hacen» (Carlos Melconian)

«Es mas fácil engañar a la gente, que convencerlos que han sido engañados» (Mark Twain)

  La economía se halla asediada por el mayor número de sofismas (argumentos falsos o capciosos que se pretende hacer pasar por verdaderos) que cualquier otra disciplina. Esto no es simple casualidad, ya que las dificultades inherentes a la materia, se ven aumentadas a causa de un factor que resulta insignificante para la Física, las Matemáticas o la Medicina, como es la marcada presencia de intereses egoístas. Además, a esta cantidad de pretensiones egoístas, se agrega un segundo factor, cual es la persistente tendencia de la gente a considerar exclusivamente las consecuencias inmediatas de una política o sus efectos sobre un grupo particular, sin investigar cuales serán las consecuencias en el largo plazo, no solo sobre el grupo aludido, sino sobre toda la comunidad.

   A continuación y para ilustrar lo antedicho, un relato siempre apreciado y solicitado por los lectores: Supongamos que alguien rompe la vidriera de un negocio, el dueño aparece furioso y la gente comienza a amontonarse, pasado un rato, los presentes comienzan a reflexionar y comentan que después de todo la desgracia tiene su lado bueno, ya que habrá de reportar beneficio a algún vidriero. El vidriero tendrá mas dinero para gastar y el vidrio roto irá engendrando trabajo y riqueza en artículos en todo su recorrido económico. Si analizamos este fenómeno, en su totalidad, este acto de destrucción reporta beneficios para un vidriero, pero el dueño del negocio habrá de desprenderse de dinero que tenía – imaginemos -, para comprar un traje nuevo. Al tener que reponer el vidrio, se verá obligado a prescindir del traje o de alguna otra necesidad, ya que el evento de la rotura fue algo inesperado y no algo planificado.

   En otras palabras, lo que gana el vidriero de nuestro ejemplo, lo pierde el sastre. No ha existido por lo tanto nueva oportunidad de empleo. La gente solo consideraba dos partes de la transacción: el dueño del negocio y el vidriero, olvidaba un tercero potencialmente interesado: el sastre (o cualquier otro que representase las necesidades del dueño del negocio). Esta omisión se explica en parte por la ausencia del sastre en la escena, esa cuestión no debería ser invisible o pasada por alto, por alguien que pretenda ser economista.

   Siguiendo con la misma tónica, uno de los errores mas fácilmente cometidos a través del tiempo, es aquel que al confundir riqueza con dinero, vigoriza el hechizo que emana de la inflación.

   Todos sabemos que si dispusiéramos de mas dinero podríamos adquirir mayor número de bienes, con triple cantidad de dinero, nuestra riqueza sería tres veces mayor. Para muchas personas, resulta indiscutible que si el Estado emitiese mas dinero distribuyendo equitativamente entre la población, la riqueza de todos aumentaría con la cuota que les ha correspondido en el reparto. Estos constituyen, sin duda los partidarios de la inflación mas ingenuos. Otros mas cautos, reconocen que si todo fuera tan sencillo como creen los ingenuos, el Estado podría resolver la totalidad de los problemas económicos, simplemente emitiendo billetes.

  Los inflacionistas mejor preparados, no dejan de reconocer que cualquier incremento sustancial en el volumen de dinero en circulación lleva consigo la reducción del poder adquisitivo de la unidad monetaria; en otras palabras, conduce a un aumento en el precio de los bienes y servicios. Aún así, aparecen los que imaginan posible aumentar el volumen de dinero – en cualquier medida -, sin que resulten afectados los precios. O bien son incapaces de comprender que la población no puede adquirir mas bienes que antes, a menos que la producción acompañe en ese aumento.

   En lugar de elucubrar complicadas teorías que pretendan explicar este fenómeno, nos centraremos en examinar las razones por las cuales, cualquier incremento en el volumen de dinero en circulación, hará elevar los precios de los artículos en una economía determinada.

   El aumento del volumen dinerario se origina siempre de un modo específico; esto es, porque el Estado realiza mas gastos de los que puede o desea afrontar con impuestos o emisiones de deuda pública (bonos).

   Esta situación provoca una suerte de carrera entre desvalorización del dinero (porque al haber mas dinero circulando, este disminuye en su valor y obviamente compra bienes y/o servicios en menor cantidad), aumento de precios (al haber menos existencia de bienes, en la escasez, estos valen mas), gente que tiene dinero y lo cambia por bienes o invierte en moneda segura para protegerse y gente que no dispone de recursos (dinero y a veces conocimientos) que le permitan ponerse a cubierto de los aumentos (asalariados, jubilados, militantes, subsidiados). Quienes en esa carrera dispongan de los medios económicos y además comprendan las consecuencias de la inflación, podrán capear el temporal, aunque de manera relativa, puesto que «algo perderán en el camino», por el contrario quienes no pudieron ponerse a cubierto de la situación, los aumentos eventuales que pudieron haber conseguido, en un período anterior, no les permitirán comprar mayor número de bienes o servicios de los que normalmente adquirían antes de iniciarse el proceso inflacionario, nunca les serán compensadas las pérdidas que tuvieron que soportar durante el período de transición cuando sus ingresos permanecían estacionados y en el futuro, se verían forzados a pagar aumentos en los precios de los servicios y mercaderías a la espera del «aumento» de sus ingresos.

   De acuerdo a lo expuesto, la inflación no afecta a todos en la misma proporción. Hay quienes sufren mas que otros, al menos en cuanto a porcentajes. El impuesto que la inflación representa escapa a toda suerte de controles por parte de las autoridades, golpea a ciegas en todas direcciones. El tipo de gravamen no es fijo, no queda determinado de antemano podemos conocer su cuantía hoy, pero no mañana, ni en los próximos días.

   La inflación perturba todo cálculo económico y afecta significativamente nuestra conducta económica y la orientación conveniente de los negocios. A menudo, hace mas provechosa la especulación que el esfuerzo productivo y favorece la implantación de medidas totalitarias de diversos controles a las variables económicas, que tampoco dan resultado en el largo y mediano plazo.

   La inflación cubre cualquier proceso económico con un velo de ilusión. Confunde y engaña a la inmensa mayoría, incluso a quienes sufren sus consecuencias.

Fuentes inspiracionales:

La Economía en una Lección – Henry Hazlitt

 

by algo amarillo