La Batalla Cultural

Publicado el 28/05/2025 - Etiquetas:

«El problema con el mundo es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas» Bertrand Russell)

«Que lástima que la única gente que sabe como gobernar este país, este manejando taxis o cortando el pelo» (George Burns)

«Habitualmente el resultado del pensamiento de las mentes brillantes, encuentra su obstáculo más significativo en las mentes mediocres» (Albert Einstein)

«Diganle a la gente que hay un hombre invisible en el cielo que creó el universo y la mayoría te va a creer. Diganle que la pintura está fresca … y van a tener que tocarla para estar seguros» (George Carlin)

   Hasta el fin de la Edad Media no existía el concepto de «batalla cultural»; siendo, hasta ese momento, la Iglesia Católica y otras religiones existentes quienes monopolizaban las creencias de la gente, condicionaban sus costumbres y establecían las reglas de convivencia, en ocasiones peleando entre sí para imponerlas (Las Cruzadas), utilizando métodos de alta persuasión como la Santa Inquisición para reencausar el camino de los descarriados o con orientaciones religiosas diferentes, aunque estos fueran habitantes de un mismo espacio geográfico con diferentes credos.

   Entre los siglos XVI y XVIII cultura significaba el cúmulo de conocimientos, intereses y gustos que puede poseer una persona o grupo de ellas. Con la Revolución Industrial y el surgimiento de la clase obrera (la burguesía ya existía), además de la urbanización, se hacen mas visibles las diferencias culturales. A partir del siglo XIX se amplía el concepto y cultura es el significado de las características sociales que distinguen a la sociedad a la que una persona pertenece.

   Los cambios sociales no eran muy frecuentes, ni tan veloces como en los últimos tiempos. La mayor parte de la especie humana ha vivido en tiempos donde el cambio era un concepto extraño. Las cosas no resultaban muy diferentes entre una generación u otra. A partir de la modernidad,  la sociedad en la que se nace no se presenta como la misma mientras se desarrolla la vida y ni que hablar a la hora de partir de este mundo. En este contexto una «batalla cultural» tiene como propósito la promoción de cambios o bien una resistencia a los mismos.

   Desde la Revolución Industrial, consecuencia del Renacimiento iniciado en el siglo XVI, se crean y consolidan nuevas pautas sociales que conforman el concepto de cultura. También aparecen los intelectuales que podrían definirse como personajes destacados en la sociedad por sus ideas; de ellos se esperan juicios de valor y arduas discusiones con el propósito de masificar una idea o concepto.

   La civilización pasó de consumir una cultura llena de íconos, de creer en evangelios, escrituras y otros elementos de alto contenido religioso a expandir su pensamiento hacia otras formas que no fueran exclusivamente religiosas. La burguesía triunfó en la primera «batalla cultural» de la historia al desmantelar las formas de organización feudal, rompiendo los límites regionales del comercio, generando un mercado mundial a través de la evolución de las comunicaciones.

   Pero no todo estaba dicho, Carlos Marx y Federico Engels intelectuales, partidarios e ideólogos de la nueva «batalla cultural», predecían el nuevo devenir político y social, sosteniendo que las armas que la burguesía utilizó para denostar al régimen feudal, se iban a volver contra ellos mismos al crear la clase proletaria. Esta, debía impulsar una revolución que destruyera la propiedad privada, que se realizaría a través de un período indeterminado de «dictadura del proletariado», hacia un paraíso denominado «comunismo». Ampliamente conocidos son los resultados en los países donde esta estrategia fue puesta en práctica. Años creyendo en la resurrección y la vuelta del Señor y otra cantidad de años esperando el fin de la «dictadura del proletariado» para arribar al «paraíso comunista»; en fin, los rusos y sus satélites de Europa del Este se cansaron, abandonando en 1991, los chinos son virtualmente capitalistas, los cubanos y los coreanos del norte todavía están esperando.

   Esta «batalla cultural» – iniciada en la Revolución Industrial -, aún sigue desarrollándose con mayores o menores condimentos de índole política, victorias y derrotas de ambas partes a lo largo del tiempo y sobre la cual se han escrito libros, artículos, filmando documentales, películas alusivas y demás.

   Pero existe otra «batalla cultural» que se viene librando «a la sombra» de la anteriormente descripta y que recién ahora esta saliendo a la superficie a nivel global y ya se están comprobando algunas de sus consecuencias, las que son motivo de debate en varios países del mundo; veamos.

   A lo largo del siglo XX Italia fue el mayor laboratorio de experimentos políticos destinados a ser reproducidos en otras partes del mundo. El fascismo fue el primero de esos experimentos, replicado en varios países, después del derrumbe del movimiento, en Italia se desarrolló el partido comunista mas grande de Europa Occidental que culminó con la caída del muro de Berlín, momento en que la península experimentó con el populismo; entre 1992 y 1994, la clase política fue eliminada, los parlamentarios fueron investigados, algunos líderes fueron juzgados y arrestados y otros abandonaron el país. A partir de ese momento, los italianos tuvieron que buscar alternativas de gobierno, reemplazando a políticos profesionales, desacreditados, corruptos e incompetentes.

   Cabe el interrogante: Como, quienes están detrás de estos movimientos logran el apoyo popular o la cantidad de votos necesarios para avanzar (no digamos todavía triunfar) en la «batalla cultural» ?. También en Italia, en el final de la primera década de este siglo, comenzaron a desarrollarse técnicas digitales de captación de voluntades para direccionarlas hacia objetivos deseados (igual que los viejos políticos pero en lugar de empanadas, chori y vino; con tecnología), cosa que los políticos tradicionales, provenientes de partidos también tradicionales, no pudieron ver el fenómeno que estaba a punto de sobrevenirles por tener las mismas herramientas de siempre para lograr soluciones a problemas ajenos a esa naturaleza.

   Según el filósofo alemán Peter Sloterdijk, existe un sentimiento de cólera en todas las sociedades, alimentado por aquellos que con razón o sin ella (no importa), se creen perjudicados, excluidos, discriminados o insuficientemente escuchados. La Iglesia Católica – históricamente -, fue la primera institución en aflojar las compuertas para que esta ira pudiera expandirse. Luego los partidos de izquierda tomaron la delantera a partir de finales del siglo XIX, oficiando de «bancos de cólera» acumulando energía que en lugar de gastarse en un instante, podía invertirse en algo mas amplio.

   Hoy en día la gestión de la ira acumulada por las sociedades, no es patrimonio ni de la religión católica que tuvo que abandonar el enfoque apocalíptico para adaptarse a la modernidad, ni de la izquierda que se ha reconciliado – con algunas excepciones -, a principios democráticos.

   Casi veinte años después de las definiciones de Peter Sloterdijk, las fuerzas que gestionan la ira se han reorganizado y se expresan de diversas maneras por ejemplo con el triunfo de Donald Trump, la salida del Brexit por parte de Gran Bretaña y el ascenso de la derecha en Italia y Francia. Si bien el manejo de la ira a través de medios tecnológicos ha logrado cosas que a priori parecían imposibles, todavía les resulta muy difícil lograr que Independiente pueda ganar un campeonato.

   La sociedad se ha ido acostumbrando a que las demandas y peticiones sean inmediatamente satisfechas. Una forma legítima de impaciencia se ha apoderado de todos, ya no estamos dispuestos a esperar. Google, Amazon, Mercado Libre y las entregas de comida, nos han acostumbrado a ver cumplidos nuestros deseos, incluso antes de que estos sean completamente formulados. Porque la política debería ser diferente ?

   Este es el actual dilema a resolver por parte de los políticos.

Fuentes Inspiracionales:

Los Ingenieros del Caos – Giuliano Da Empoli

La Batalla Cultural – Agustín Laje

Ira y Tiempo – Peter Sloterdijk

Este texto ha sido generado por un humano

 

by algo amarillo